“No estás dormido, no estás parado, no estás en un letargo, sólo estás esperando el ciego abismo que habrá de llevarte más allá del desencuentro y los dientes de una ventana sin ojos. Estás conformándote siempre con el mismo plato vacío que sólo llena tus entrañas.
Has sido olvidado, bombardeado por la inquietud de un cielo desarmado. Aprende a seducir al destino para poder follar con la prohibición. No creas que estoy loco, tal vez tengas razón y me vuelva temeroso y me esconda en el marco de una puerta que se cerrará sobre mí.
Ayer un dios, hoy un negocio. Mañana un sueño, hoy un desgarro.
Quizá tenga razón pero por las dudas no te dejes aplastar por la avalancha de tus sábanas. A veces las cortinas dejan entrever las columnas que aunque parezcan esponjas, no siempre llegan hasta el cielo.
Acabo de fusilar una naranja con los dientes y no encontré el azúcar, es porque no supe buscar.
Quita tu mirada de esa pared y desaparece en su blancura, no te olvides de cerrar la puerta para que no te persiga el rancio machimbre del techo. Cerra los postigos de tu extremo para escuchar el ruido de tus tripas y así encontrarás del disyuntor de tu velador y aunque no prenda ya no necesitarás más luz que la de tu verdad.”
